Ingresar a la intimidad.
En una habitación laten los rastros de una intimidad, son destellos que hablan de lo más profundo de uno.
Dos movimientos contrapuestos irrumpen en este encuentro: Una inesperada invasión de nuevos habitantes, cámaras, luces, un equipo gigante que llenó de nuevas coloraciones nuestra convivencia y la potencia del abrigo que trae una voz, una guitarra y algunas melodías.
El aprendizaje que anima el espíritu de esta puesta, es disfrutar del gesto de detenerse a prestar atención a los detalles gozosos casi invisibles de la cotidianeidad.